De salvador a Víctima

Autor: Giselle Laureiro Zuñet , 25/03/2024 (137 vista)
Depresión y apatía, Baja autoestima, Ataques de pánico, Sentido de la vida, Ansiedad e insomnio
De salvador a Víctima

La transición de salvador a víctima en el triángulo dramático es un proceso complejo que puede tener repercusiones significativas en la salud mental y las relaciones.

El triángulo dramático, un modelo ideado por Stephen Karpman, describe una dinámica interpersonal disfuncional donde tres roles se interconectan: salvador, víctima y perseguidor. En este ensayo, exploraremos cómo se produce la transición de la posición de salvador a la de víctima dentro de este triángulo, un baile que puede tener repercusiones negativas en la autoestima y las relaciones.

En el corazón del triángulo dramático, el salvador se presenta como un héroe en una armadura reluciente, dispuesto a rescatar a la víctima de su dragón particular. Sin embargo, bajo esta máscara de nobleza se esconde una compleja madeja de emociones y necesidades que pueden convertir la aventura en una trampa.

El salvador, impulsado por la necesidad de sentirse útil e indispensable, busca en la ayuda a los demás una fuente de autoestima y validación. Su lema podría ser: "Yo te salvo, tú me necesitas". Esta dinámica, aunque aparentemente altruista, esconde una profunda inseguridad y una búsqueda de control que puede distorsionar las relaciones.

La trampa se cierra cuando la ayuda se convierte en una obligación y la víctima se aferra a la dependencia, creando una codependencia emocional. El salvador, al no recibir el reconocimiento o la reciprocidad que espera, se siente frustrado, resentido y, finalmente, víctima de la situación que él mismo ha creado

De Salvador a Víctima: el salvador desenmascarado

La máscara del salvador: El salvador se caracteriza por su necesidad de ayudar y resolver los problemas de los demás. En este rol, la persona busca sentirse útil y necesaria, obteniendo una falsa sensación de control y poder. Sin embargo, este comportamiento puede ocultar una baja autoestima y la necesidad de aprobación externa.

Los hilos de la manipulación: La víctima, por su parte, se presenta como alguien incapaz de resolver sus propios problemas, adoptando una postura pasiva y dependiente. Esta actitud puede ser utilizada como herramienta de manipulación, culpabilizando al salvador por no brindar la ayuda suficiente.

El baile comienza: La dinámica entre salvador y víctima se torna cíclica. El salvador se siente responsable por el bienestar de la víctima, mientras que esta última se aferra a la ayuda del salvador, creando una relación de codependencia. Este baile puede durar años, con roles intercambiándose entre los participantes.

La caída a la victimización: La transición de salvador a víctima ocurre cuando el salvador se siente agotado, frustrado o resentido por la falta de reciprocidad en la relación. La víctima, al no recibir la atención y el apoyo que demanda, puede culpar al salvador por su desdicha, invirtiendo los roles del triángulo.

Consecuencias del cambio: Esta transformación puede tener efectos negativos en la autoestima de ambas partes. El salvador, al sentirse víctima, puede experimentar resentimiento, impotencia y baja autoestima. La víctima, al responsabilizar al salvador por su situación, se mantiene en una posición de indefensión y dependencia.

Rompiendo el ciclo: Salir del triángulo dramático requiere de autoconciencia y responsabilidad personal. El salvador necesita reconocer su necesidad de control y aprender a establecer límites sanos. La víctima debe trabajar en su autoestima y desarrollar la capacidad de resolver sus propios problemas.

Conclusión

La transición de salvador a víctima en el triángulo dramático es un proceso complejo que puede tener repercusiones significativas en la salud mental y las relaciones. La clave para romper este ciclo reside en la autoconciencia, el desarrollo de límites sanos y la búsqueda de relaciones sanas basadas en la reciprocidad y el respeto.

Tomando el control:

Para salir de la trampa del salvador, es necesario:

Desarrollar la autoestima: Reconocer el valor propio y no depender de la validación externa.

Establecer límites sanos: Aprender a decir "no" y evitar comprometer el propio bienestar.

Comunicar las necesidades: Expresar de forma clara y asertiva lo que se espera de la relación.

Cultivar relaciones sanas: Buscar relaciones basadas en la reciprocidad, el respeto y la empatía.

La ayuda desmedida puede convertirse en una carga para quien la ofrece y en una forma de victimización. Es fundamental tomar las riendas de la propia vida y construir relaciones sanas donde el dar y el recibir se equilibren en un baile de armonía y respeto.

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