CÓMO LA FAMILIA DE ORIGEN INFLUYE LA CONSTRUCCIÓN DE NUESTRA PROPIA FAMILIA

Autor: Irene Candelas Vicente , 21/01/2025 (443 vista)
Relaciones, Autoidentificación, Sentido de la vida, Relaciones padres-hijos, Desarrollo personal, Crisis de la edad
CÓMO LA FAMILIA DE ORIGEN INFLUYE LA CONSTRUCCIÓN DE NUESTRA PROPIA FAMILIA

Este artículo explora cómo la familia de origen influye en la elección de pareja y la construcción de la propia familia, ofreciendo reflexiones para entender y transformar patrones heredados.

Introducción

Si alguna vez te has sorprendido diciendo o haciendo algo que juraste no repetir de tus padres, este artículo es para ti. No estás solo. Resulta que nuestra familia de origen –esa que nos dio la vida y que nos enseñó a navegar por el mundo (a veces con mapas un poco confusos)– tiene un impacto profundo en cómo elegimos pareja y cómo formamos nuestra propia familia.

Pero antes de que entres en pánico pensando que estás condenado a repetir la historia, respira. Vamos a desmenuzar esto juntos, con calidez y un poco de humor, porque sí, hay esperanza.

Tu familia: el primer manual de relaciones (aunque incompleto)

Desde el momento en que nacemos, nuestra familia de origen se convierte en nuestro primer modelo de cómo funcionan las relaciones. Observamos cómo nuestros padres (o quienes nos cuidaron) se relacionan entre sí, cómo manejan los conflictos, cómo expresan amor y hasta cómo cargan las bolsas del supermercado.

Aunque no lo decidimos conscientemente, vamos guardando toda esta información en un rincón de nuestra mente llamado “aprendizajes inconscientes”. Es como un programa instalado sin nuestro permiso, que, años después, influirá en cómo interactuamos con el mundo y, especialmente, con nuestras parejas.

Por ejemplo, si creciste en una familia donde el afecto se expresaba con abrazos y palabras bonitas, es probable que busques algo similar en tu pareja. Pero si el "amor" se mostraba con silencios incómodos o gritos en la mesa, tal vez eso te parezca “normal”.

¿Por qué elegimos parejas “parecidas” a nuestra familia?

A veces, cuando nos enamoramos, creemos que estamos escribiendo una historia nueva. Sin embargo, muchas de nuestras elecciones en el amor tienen raíces profundas en nuestra infancia. No es que elijamos conscientemente a alguien “igualito a mamá” o “idéntico a papá”, pero sí tendemos a buscar dinámicas que nos resulten familiares.

Por ejemplo:

  • Si en tu familia había una figura protectora, es posible que busques a alguien que te dé esa sensación de seguridad.
  • Si creciste en un hogar donde las discusiones eran intensas, tal vez, sin darte cuenta, te sientas atraído por relaciones donde hay drama.

Esto no significa que estemos destinados a repetir los patrones de nuestra infancia, pero esos modelos tempranos pueden actuar como una brújula que nos guía hacia lo conocido, incluso si lo conocido no siempre es lo más sano.

¿Y qué pasa cuando formamos nuestra propia familia?

Cuando llega el momento de construir nuestra propia familia, la influencia de nuestra familia de origen se hace más evidente. Por ejemplo, podrías encontrarte repitiendo ciertas tradiciones, frases o incluso formas de disciplinar que juraste nunca usar.

¿Por qué pasa esto? Porque los seres humanos somos criaturas de hábitos, y la familia de origen es el lugar donde aprendimos las bases de cómo ser padres, parejas y miembros de un hogar.

Sin embargo, aquí está la buena noticia: también podemos elegir qué parte de ese legado queremos conservar y qué parte queremos cambiar. Este proceso, aunque desafiante, es una oportunidad para crecer y construir una familia que refleje tus propios valores, no solo los que heredaste.

Romper patrones no siempre es fácil (pero es posible)

Si creciste en una familia donde había mucho amor, pero también conflictos, quizá te preguntes: ¿estoy condenado a repetir lo mismo? La respuesta es no. Romper patrones familiares es completamente posible, pero requiere trabajo consciente y, a veces, un poco de ayuda (¡hola, terapia!).

El primer paso es reconocer esos patrones. Tal vez te des cuenta de que tienes una tendencia a evitar los conflictos porque así era en tu casa. O tal vez notas que repites ciertos gestos o actitudes que no te hacen sentir bien.

El segundo paso es reflexionar: ¿De dónde viene esto? ¿Qué aprendí sobre el amor, el respeto, los roles de género o la comunicación en mi familia de origen?

Y el tercer paso es elegir: ¿quiero mantener esto o prefiero construir algo diferente?

Un toque de humor: ¿Y si somos más parecidos a nuestros padres de lo que pensamos?

A veces, cuando discutimos con nuestra pareja, podemos escuchar a nuestros padres hablando a través de nosotros. Es ese momento en el que dices: “¡No puedo creer que acabo de decir lo mismo que decía mamá/papá!”.

Pero no te preocupes, esto no significa que te hayas convertido automáticamente en una réplica de ellos. Significa que tienes la oportunidad de reescribir el guion. En lugar de ver esos momentos como fracasos, míralos como recordatorios de que tienes el poder de hacer las cosas de una manera diferente.

La terapia como espacio para entender y crecer

Aquí es donde la terapia sistémica puede ser un aliado increíble. Este enfoque nos ayuda a mirar el “sistema” completo de nuestras relaciones familiares, tanto pasadas como presentes. En lugar de centrarnos solo en los síntomas (como una discusión constante con tu pareja), nos invita a explorar las dinámicas y los patrones que podrían estar detrás.

En palabras simples, es como mirar un mapa para entender por qué seguimos tomando ciertas rutas, aunque sepamos que hay caminos más cortos.

La terapia no se trata de culpar a nuestros padres o abuelos, sino de entender su influencia y cómo podemos tomar lo mejor de ese legado mientras dejamos atrás lo que ya no nos sirve.

Entonces, ¿cómo podemos construir algo diferente?

  1. Reconociendo nuestras raíces: Acepta que tu familia de origen tuvo un papel importante en tu vida, pero no define tu futuro.
  2. Hablando con tu pareja: Comparte tus aprendizajes familiares y escucha los de tu pareja. Esto puede abrir un espacio para construir algo único entre ambos.
  3. Redefiniendo el amor: Reflexiona sobre lo que significa para ti una relación sana y cómo puedes crearla.

Cerrando con una reflexión

La familia de origen es como la semilla de un árbol. Nos da la base para crecer, pero con el tiempo, nosotros elegimos qué tipo de ramas queremos desarrollar. No estamos condenados a repetir lo que vivimos, pero entender nuestras raíces nos ayuda a crecer con más fuerza y claridad.

Y ahora, te dejo con esta pregunta:
Si pudieras cambiar una cosa que aprendiste de tu familia de origen para construir una mejor relación de pareja o familia, ¿qué sería?

En Terappio, creemos que entender nuestras raíces es el primer paso para construir relaciones más sanas y felices. ¿Te animas a explorar tu historia?

 

Irene Candelas

Psicóloga Sistémica M-19762

El artículo ya recibió “me gusta”