El momento actual es un "caldo de cultivo" para que las personas se vuelvan trabajólicas. En estde breve documento te invito a identificar sus características y a que veas si estás o no en esa situación.
¿Soy o no soy trabajólico/a?
Antes de iniciar la lectura, te invito a responder las siguientes preguntas:
Espero que la mayor parte de tus respuestas hayan sido aquellas que permitan señalar que no eres trabajólico/a. Pero si tus respuestas 1 fue No, 2 y 3 fueron “si” y te has sorprendido pensando cada vez más en el trabajo, no puedes apagar tu laptop a la hora y sigues conectado/a a través del celular con el correo de tu trabajo, entonces sugiero que pongas atención a lo que viene a continuación.
¿Sabes qué significa Ser Trabajólico/a?
El término trabajólico es la traducción del concepto en inglés “workaholic” que fue acuñado por el psicólogo Wayne Edward Oates en 1971, para identificar a aquella persona con “una ansia indomable de trabajar”. Por ese motivo se le considera como una adicción y como tal, la adicción al trabajo es una de las formas que existen para huir de la realidad, siempre y cuando este grado de concentración en el trabajo, no está causada por una necesidad económica. Aquí me detendré porque en el contexto que estamos viviendo, hay personas que, aunque no quieran, se ven obligadas a estar conectados/as como una forma de “cuidar” su trabajo, proyectando compromiso o debido a reestructuraciones (reducciones) en la organización y nos encontramos con equipos donde el trabajo que hacían 4 personas hoy lo hacen 2.
Entonces, habiendo DESCARTADO la necesidad económica, detallaré a continuación las señales de adicción al trabajo:
2. Un adicto al trabajo suele trabajar horas extra en la oficina o en casa, sin que sea necesario. Aquí es importante que estén descartadas las situaciones previas de necesidad económica o de cuidado del trabajo. Son personas que evitan estar fuera del trabajo.
3. Le parece aburrido e inútil hablar de las cosas que no tienen nada que ver con el trabajo. Tampoco le gusta la gente que no quiera tener una charla sobre el trabajo, podrían molestarse si les plantean otro tema, si directamente les piden hablar de otra cosa o “desconectarse” un rato.
4. Lo único que le da energía y le entusiasma, son sus actividades profesionales. Las demás actividades de la vida no le provocan la misma sensación. Un adicto al trabajo no logra “cantar victoria” y nunca está contento al cumplir un objetivo, porque enseguida se pone a pensar en el siguiente.
5. Un adicto al trabajo está convencido de que podrá “descansar después, cuando concluya este proyecto”. Pero ese “después” nunca llega, porque a este proyecto sigue el otro. Esta señal se alimenta de la anterior.
El investigador canadiense Ronald Burke (año 2000) identificó a tres tipos de trabajólicos:
1. Entusiastas del trabajo: Son personas que buscan alcanzar logros significativos. Les gusta crecer profesionalmente y ser reconocidos en su entorno por sus logos profesionales. Eso suena bien… ¿dónde estaría el problema? En que el trabajo es su única fuente de placer y energía.
2. Adictos-entusiastas: Mientras que para el primer tipo son muy importantes las calificaciones que vienen desde el exterior, lo que importa a los adictos-entusiastas es la evaluación de su jefe o sus compañeros de trabajo. En función de esta evaluación, pueden sentirse absolutamente felices o, al contrario, totalmente deprimidos. Son emocionalmente dependientes de personas en su entorno laboral que identifican como sus referentes.
3. Adictos al trabajo: Son personas con baja autoestima para las cuales, no es el éxito lo que importa o le entusiasma, sino la oportunidad de evitar el fracaso. El trabajo como tal no les da mucho placer, pero ofrece la oportunidad de sentirse implicados y útiles.
En suma, son las personas que “no trabajan para vivir, sino que Viven para trabajar”. Si te sientes en alguna de las situaciones anteriores, te invito a que conversemos al respecto en un espacio de confianza y confidencialidad.
Ps. Pilar Vargas Vilches
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