La Ética del Psicoterapeuta: Congruencia con la Persona
En el campo de la psicoterapia, la ética no es solo una guía de normas o principios abstractos; es el corazón de nuestra práctica, el cimiento sobre el cual construimos una relación de confianza con nuestros pacientes. Pero, ¿qué significa realmente ser ético como psicoterapeuta? La respuesta radica en la congruencia: esa alineación entre lo que pensamos, sentimos y hacemos como profesionales y como personas.
La ética profesional va más allá de cumplir con un código deontológico. Es un compromiso constante con la autenticidad, la responsabilidad y el respeto hacia la dignidad del otro. Esto incluye:
Confidencialidad: Proteger la privacidad de nuestros pacientes es fundamental. Solo en un espacio seguro y confidencial pueden explorarse emociones y vivencias profundamente personales.
Competencia profesional: La formación continua es una obligación ética. Un psicoterapeuta congruente reconoce sus áreas de especialización y remite cuando es necesario.
Relación de igualdad: Evitar relaciones de poder o dependencia con nuestros pacientes. La terapia debe ser un espacio de empoderamiento.
Transparencia: Comunicar de manera clara los objetivos, el alcance y los límites de la terapia. La transparencia construye confianza y fortalece la colaboración.
La congruencia implica que el terapeuta sea una persona alineada consigo misma. Carl Rogers, padre de la terapia centrada en la persona, destacó la importancia de la autenticidad del terapeuta en la relación terapéutica. Esto significa:
Coherencia interna: Que nuestras acciones reflejen nuestros valores personales y profesionales. Por ejemplo, si promovemos el autocuidado a nuestros pacientes, también debemos practicarlo.
Reconocimiento de emociones: Ser conscientes de nuestras propias emociones y evitar proyectarlas en la terapia. Esto requiere un compromiso continuo con el trabajo personal.
Empatía genuina: No solo escuchar, sino sentir con el paciente. Esto crea un vínculo auténtico que potencia el proceso terapéutico.
Autenticidad: Mostrar al paciente que también somos humanos, sin perder nuestra profesionalidad. La autenticidad fomenta la confianza y humaniza el proceso terapéutico.
La congruencia ética no siempre es sencilla. Los psicoterapeutas enfrentamos dilemas como:
Superar estos desafíos requiere supervisión constante, formación continua y un profundo compromiso con nuestra propia congruencia como personas. También implica mantener un equilibrio entre nuestra vida personal y profesional para asegurar un estado de bienestar que refleje nuestros principios éticos.
Cuando vivimos la ética con congruencia, nos convertimos en un modelo para nuestros pacientes. Nuestra autenticidad inspira confianza y muestra que es posible vivir alineados con nuestros valores, incluso frente a los desafíos. Al demostrar congruencia, ayudamos a nuestros pacientes a construir herramientas para desarrollar su propio sentido de integridad y autocompasión.
Ser congruente también nos permite enfrentar dilemas éticos con claridad, asegurando que nuestras decisiones estén fundamentadas en valores profesionales y humanos. Esto no solo fortalece nuestra práctica, sino que también enriquece nuestra humanidad.
La ética en psicoterapia es mucho más que una guía de conducta; es una forma de ser. La congruencia ética nos desafía a mirar hacia adentro y cuestionarnos constantemente cómo podemos mejorar, no solo como profesionales, sino también como seres humanos. En un mundo lleno de incoherencias, la ética del psicoterapeuta es una luz que guía a otros hacia su propio crecimiento y autenticidad. Es un recordatorio de que, al cuidar de los demás, también debemos cuidar de nosotros mismos.