"Otros peces en el Mar". Duelo y Melancolía

Autor: Pablo Bande , 15/06/2024 (103 vista)
Dificultades en relaciones, Depresión y apatía, Crisis emocional, Soledad, Sentido de la vida
"Otros peces en el Mar". Duelo y Melancolía

Luego de una ruptura amorosa, y ante la mirada impune, jactanciosa del otro... todos hemos escuchado distintas versiones y parafraseos de esta bendita expresión: “Hay otros peces en el mar”.

¿Qué implica esta expresión?

En primer lugar, presupone una hipótesis sobre la estructura del vínculo amoroso. De acuerdo a esta frase, el objeto amado caería en la misma lógica con que hoy evaluamos casi todas las cosas… la lógica capitalista. Si un objeto desaparece, se rompe, fue robado o simplemente ya no sirve, se cambia por otro. ¿Cuál es el problema?

El problema es que la libido, esa energía que uno deposita en cada uno de sus objetos amados, es más o menos pegajosa. Hay apego, hay conjunción a un punto tal, que no queda bien claro que se trate de dos individuos separados. Hay una intersección que implica que hay algo de uno en el otro… o que el otro no puede irse sin llevarse un pedazo de uno. 

Visualmente, objetivamente, ella o él están allá y yo estoy acá, no hay tensión, no hay conflicto. La separación es un acontecimiento material. En cuanto a la economía libidinal… no es tan fácil. El tiempo que demanda el duelo amoroso testimonia esta dificultad, y nos deja de cara a un clásico asunto del cual se encargó Freud: 

O hay Duelo o hay Melancolía: 

El duelo es el proceso lento, y no constantemente progresivo, por el cual uno va logrando que esa energía depositada en el otro, vuelva paulatinamente a uno. Es una explicación simplista, pero esquemática. Nunca falla. 

La melancolía nos habla, en cambio, de un estancamiento. Esa energía no vuelve. Lo que dice Freud es que LA SOMBRA del objeto ha caído sobre el yo. ¿Qué significa esto?

En primer lugar, vale analogar la sombra a lo sombrío. Pocos lugares más obscuros que la melancolía. 

La expresión implica también una tendencia al autorreproche. De hecho, el paciente se encuentra ejerciendo distintas formas de violencia consigo mismo por esta situación, sea desde el pensamiento, la palabra o a veces el acto. 

No hace falta que esto que decimos se piense únicamente respecto de la pérdida de amor romántico. Puede reconocerse en la pérdida de familiares queridos o incluso en la pérdida de oportunidades, de trabajos, etc. 

El discurso del paciente deja entrever el carácter irremplazable de aquello perdido; y cómo uno queda ante eso. Uno ya no es nada, uno pierde el sentido. Hay rigidez, obstinación, imposibilidad de negociar. Cuando una persona está así, el trabajo del psicoanalista es arduo.

Dicho esto, hay algo muy importante que nos va a dar las mejores chances de que el paciente corte el modo en que se vincula con esta angustia. Me refiero al hecho de que todos tenemos un modo de quedar tomados por ese objeto perdido. Se trate de Duelo o Melancolía, siempre hay una historia que media estos procesos. 

Lo más intuitivo es pensar que las personas que demoran mucho en olvidar o superar es porque querían más que nadie, es el tamaño o la intensidad de su amor lo que deben sanar. Puedo asegurar que nunca es así. 

Las personas que más y mejor se amaron, se separan a través de duelos sumamente saludables y más o menos veloces también. La traba no atañe específicamente a la intensidad del amor.

El color, el tinte; el argumento que traba nuestro duelo siempre es muy particular e irrepetible de paciente a paciente: 

Algunos se estancaron, no por la pureza de amor sino porque sienten culpa, porque entienden que son exclusivos responsables de lo acontecido. No es que no pueden olvidar al otro, es que no pueden perdonarse. 

Otros demoran porque sus parejas compensaban falencias específicas del doliente: Una carencia material, una debilidad de personalidad, una carencia social. “No perdí solo un amor de objeto sino una potencia, un estatus que venía con ese objeto”. 

Hay casos en los que es central la validación familiar que el o la candidata traían para el damnificado. Este duelo se moverá entonces; no tanto por hablar del objeto perdido sino hablando de la familia y los problemas de validación del paciente. 

Mi sugerencia es que no sufran solos… ni siquiera les digo que vayan a ver a un profesional. Sufrir con alguien siempre es sufrir un poco menos. 

“Disclaimer”: El psicoanálisis es una disciplina, como todas, falible. Las mejores posibilidades nos las dará el estudio, saber muy bien lo que estamos haciendo cuando un paciente entra a nuestro consultorio. A la vez, la derivación y la interdisciplina son nuestros aliados. Para que todo esto pueda implementarse debemos mantener nuestra humildad. 

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